Es el 21 de julio de 1969 y Neil Armstrong está descendiendo la escalera del Apollo 11, que acaba de posarse suavemente en la superficie de la Luna. Pronto pronunciará la frase que lo hará inmortal: «un pequeño paso para el hombre, un gran salto para la humanidad». Pero ese «pequeño paso» se debe en gran parte a una mujer, Margaret Hamilton, una científica informática e ingeniera responsable del desarrollo de software para el programa Apollo: justo minutos antes de tocar suelo lunar, la computadora de a bordo del módulo lunar reportó un mensaje de error, una sobrecarga en la memoria que estuvo a punto de comprometerse todo si no hubiera entrado en funcionamiento el programa de gestión de alarmas diseñado por ella, que restableció la lista de prioridades asignadas a la computadora de a bordo y permitió el éxito de la misión. «Nuestros astronautas no tuvieron mucho tiempo para decidir qué hacer, pero afortunadamente tenían a Margaret Hamilton», reconoció el presidente Barack Obama en 2016 al otorgarle a Hamilton la Medalla Presidencial de la Libertad.
Aproximadamente tres mil años antes del alunizaje y de Margaret Hamilton, los asuntos lunares estaban bajo la competencia de la diosa Artemisa (Diana, en su versión latina): además de patrocinar la caza, era la hermana gemela de Apolo quien se encargaba de nuestro satélite y de su representación predominantemente femenina, hecha de mareas y ciclos. Por esta razón, Artemisa es la diosa del tiempo de espera, un tiempo que vuelve y regula.
Precisamente debido a este tiempo, hoy presentamos, en una fecha cargada de significado, nuestro nuevo dispensador «Artemis«.
«Artemis» es el innovador distribuidor de toalla higiénica diseñado para simplificar la vida de quienes los utilizan cada mes: hay lugares públicos y frecuentados todos los días donde todos esperan encontrar ciertos productos, especialmente aquellos relacionados con la higiene personal (jabón, papel, toallitas…), aunque, con demasiada frecuencia, las expectativas higiénicas, especialmente las relacionadas con el género, no se cumplen. «Artemis», sin embargo, es más que un simple dispensador de productos sanitarios: es un producto inclusivo, para un baño público verdaderamente accesible.
El ‘corazón’ de Artemis
Al diseñar y proponer – hoy – «Artemis«, lo hemos concebido espacioso, fácil de usar, higiénico y limpio, resistente, adecuado para los baños públicos de escuelas y universidades, empresas, lugares de trabajo y establecimientos de alojamiento. Pero no solo eso.
Para la búsqueda del «corazón» de «Artemis» – es decir, el producto consumible – hemos puesto especial atención en la calidad y el medio ambiente: por eso hemos equipado «Artemis» con una línea de toallas higiénicas de puro algodón y fabricados en Italia, una gama completa de protectores hipoalergénicos que utilizan algodón blanqueado sin cloro.
Comparado con el gran salto para la humanidad de Armstrong, «Artemis» puede parecer un pequeño paso.
No lo es.
De hecho, el camino de los derechos está pavimentado precisamente por pequeños pasos.
«Ser» la luna, controlar las mareas, no es una elección, sino un derecho. Y los derechos -si son tales- también deben ser gratuitos, accesibles y para todos.
Una vez al mes.
Siempre.
¡Feliz 8 de marzo!